Cholo el de Codimovil

No es la primera vez que escribo sobre Cholo, y supongo que no será la ultima, porque para mi Cholo era mucho mas que aquella persona a la le compraba materiales para pescar, cañas, hilos, anzuelos, era un gran amigo con todo lo que lleva esa palabra.

Hombre hecho a si mismo trabajo en Electra de Viesgo, empresa que deja para entrar en el mundo de los negocios, una fabrica de pinturas y después un concesionario de venta de automóviles son los negocios que regenta antes de abrir lo que siempre había querido, tener una tienda de pesca, pero no una tienda cualquiera, creo que es de agradecidos no olvidar a Carmina su mujer en toda esta historia.

Decir que a mi desde el día que me conoció en su tienda me llamo Pepe, creo que fue la única persona que me llamo así en mi vida, pase muchas horas que seria imposible de contabilizar en aquella tienda que en algunos momentos de mi vida era como mi segunda casa, no había semana que no pasara por allí, y si no podía por algún motivo siempre recibía la llamada de Cholo anunciando que había recibido los últimos cuellos de Metz, o las colgaderas de Hoffmann o cualquiera que fuese la novedad que recibiera en la tienda, creo afición entre los mas jóvenes, yo le vi regalar infinidad de veces a pescadores jóvenes que empezaban en esto de la pesca anzuelos, sedales, moscas y siempre les decía lo mismo, hoy las compras son gratis.

Grandes personajes pasaron por ella Guy Roques, Luis Antuñez padre y, como no, D. Belarmino Martínez, el mejor montador de moscas de salmón del mundo; y esta afirmación con la cual estoy de acuerdo, no es mía, y también miles de personajes anónimos contraían la maldición de la tienda: quien entraba por primera vez volvería siempre a ella.

Puedo decir con orgullo que fue gracias a el que hoy tenga colgado en una pared de mi casa un cuadro con las moscas originales de D. Belarmino Martínez, una tarde de ya hace muchos años pase por la tienda y cuando era ya la hora de cerrar me dice, tengo que enseñarte una cosa, y esa cosa eran los moscas de Belarmino, que yo llevaba años detrás de ellas, pero que no las conseguía de ninguna manera, nada mas que oyó aquello cogió el teléfono y llamo a Belarmino, por suerte para mi fue la ultima colección que tenia montada y vendió.

Gran defensor de los ríos de su zona, Caudal, Aller, Lena y Turon y un enamorado de los ríos leoneses Orbigo, Luna y Silvan eran sus favoritos.

Hablamos de pesca en la tienda y también fuera de ella, sobre todo en la sidrería Emeterio, lugar que le gustaba frecuentar donde el chorizo y el jamón siempre estaban en el centro de la mesa.

Tuvo que cerrar la tienda por problemas de salud, aquella tienda era su vida, paso una larga temporada en el hospital donde siempre le visite, después fui de las pocas personas que seguí visitándole en su casa, pero también aprendiendo, Cholo era un libro abierto en materia de pesca, en su cuarto pasamos muchas horas, y siempre echaba en falta a gente, decía Pepe no tengo ninguna enfermedad contagiosa me gustaría ver a fulano, o a citano, pero esos nunca aparecieron por allí.

Llevo muy mal la enfermedad, era plenamente consciente de lo que tenia, y la enfermedad fue poco a poco minándole.

Por estas fechas siempre me decía: Pepe aunque no dejes la zapatilla seguro que te van a traer algo los reyes en esta casa, guardo sus regalos como tesoros, y tengo muchos recuerdos suyos entre ellos sus álbunes de fotos, de ellos salen las fotos que aparecen en esta historia.

Mientras siga en este mundo de la pesca, cuando empuñe una caña de mosca para pescar a la allerana, siempre me acordare de Cholo.