Natural de Felechosa, Valentín
Cortes paso su vida laboral en las orillas del río Aller, empecé de guarda con
23 años trabajando primero para el Ayuntamiento, después para la Asturiana de pesca, para
la antigua Diputación y termine en el antiguo ICONA, eramos solo dos guardas
para todo el concejo de Aller hoy tengo 83 años y hace 18 años que me retire nos
comenta en una charla entre amigos,
Cuando comencé de guarda solo había
zonas libres en los ríos del concejo, por eso la vigilancia iba desde el limite
de la provincia de León en el puerto de San Isidro hasta Valdefarrucos, con el
paso de los años fueron surgiendo los cotos primero el coto de Collanzo, mas
tarde el de Felechosa y finalmente el coto de Moreda que hoy es un vedado, no había
horarios de trabajo, ni tampoco vacaciones nos comenta que tardo unos 15 años
en disfrutar sus primeras vacaciones.
La riqueza de estos ríos es
extraordinaria, ríos llenos de truchas que con el paso del tiempo han ido a
menos, a veces me pregunto como hay truchas todavía después de las barbaridades
que se han cometido, había unas zonas de freza espectaculares , la mayoría de
ellas se han perdido dice.
Eran tiempos duros para vigilar los ríos ,
primero me desplazaba en bicicleta, después pase por la moto y termine con
coche aunque este fuera propio, cuando se abría la temporada los primeros 15 días
solo se podía pescar con cebos artificiales, por esas fechas era complicada la
vigilancia del río pues en el mes de Marzo solían caer grandes nevadas en la
zona, así que bajaba andando de Felechosa a Collanzo cogía el tren hasta
Cabañaquinta y subía andando controlando el coto y la zona libre, conocía a
todos los pescadores a los legales y a los furtivos así y todo con aquella
abundancia de truchas, siempre había algún buen pescador legal que cruzaba la
raya.
Los pescadores en aquella época
respetaban al guarda, pasar de los cupos era lo mas normal pero se respetaba la
talla de las truchas, la trucha mas grande siempre la dio el coto de Collanzo
truchas de 2 y 3 kilos eran normales, ahora la cantidad de truchas era mayor en
el coto de Felechosa, tenia una cantidad de ellas terrible.
Por las fiestas del Carmen había
truchas en todas las casas, la pesca a mano era lo mas habitual dice y lo mas difícil de controlar, los domingos subía
un tren especial a Collanzo con gente a pasar el día de fiesta ,yo me echaba a
temblar por la cantidad de personas que había en el río y el control tan grande
que tenia que hacer para que no me pescaran a mano, sino eran los del tren eran
los de Bello o los de Levinco o los de Pelugano o los de Collanzo, todo el
concejo pescaba a mano.
Una cosa que le llama la atención a Valentín
en los últimos años es el abandono de las orillas de los ríos, antes cada
propietario limpiaba su zona en la orilla del río, ahora hay maleza por todos
los lados, estos ríos son muy peligrosos con las grandes crecidas en el
invierno, había que desbrozar las orilla y cortar árboles innecesarios, cuando
trabajaba de guarda controlaba 500 metros de río con los prismáticos, ahora es
imposible, desde la carretera no ves ni el río.
Nos comenta que conoce la labor que
desarrollamos desde el Maravayu, pero cree que nuestros ríos necesitan
depuradoras, todo va al río por desgracia, desde los desagües, hasta los
purines de las cuadras y eso contamina y hace mucho daño, recuerda hace años en
los ríos de la zona se pescaban muchas anguilas , ahora su pesca es casi
testimonial.
Nunca tuve grandes conflictos con
los pescadores que actuaban fuera de la ley, siempre intentaba arreglar el
problema por la vía diplomática, nos cuenta que cogio a un amigo que encima era
un gran pescador pescado a mano, le dije: “¿No te da vergüenza lo que estas
haciendo un pescador como tu”?, esta te la paso, pero si te pillo otra vez te
denuncio, se con certeza que nunca mas pesco a mano en su vida.
Entre anécdotas e historias se va
alargando la conversación, no debemos ni queremos olvidarnos de Victorina Rodríguez,
esposa de Valentín que regentaba en Felechosa el bar “Casa Valentín” parada
obligatoria para los pescadores.
Era un bar al uso donde los
pescadores que frecuentaban el río Aller comían su bocadillo y comentaban como
les iba la jornada de pesca, pero en el bar tampoco faltaban utensilios de
pesca que podían solucionar cualquier problema que surgiera, tenia desde
mosquitos y cucharillas, hasta puntales y sedales.
Valentín recibió un merecido
homenaje de los pescadores y amigos en el año 1995, me enseña recortes de prensa donde se hace
eco de ese homenaje, y para terminar me dice nunca fui pescador.
Gracias a Valentín y a Victorina por
la paciencia que tuvieron con nosotros, con tanta pregunta
Que maravilla de Señor con mayúsculas, da gusto saber todo esto, sin medios pero con ilusión de mantener los ríos, con seriedad y ganas de trabajar.......algo distinto a lo que vemos ahora.
ResponderEliminarBien se merece este matrimonio, el momento de relatar su vida, y ese homenaje que le habéis tributado.
Todo un ejemplo, que les agradecemos.