Durante la preparación del primer viaje
de pesca a Patagonia chilena, recabamos información de los diferentes
escenarios de pesca que nos íbamos a encontrar, ríos, lagos, lagunas.
Nuestro mayor interés se centraba en los
ríos, queríamos pescar en los más renombrados, Simpson, Mañihuales, Ñirehuao, Cisnes,
Emperador Guillermo, Huemules…
Los lagos nos parecía una pesca
diferente, difícil y de pocas capturas. Hay que tener en cuenta que
prácticamente desconocíamos las técnicas para pescar en lagos y que nuestra
primera experiencia fuese con “pato” y viento de la Patagonia no ayudó a que
fuese todo lo exitosa y agradable que presuponíamos.
A día de hoy hemos aprendido a
enfrentarnos a estos escenarios de pesca, desde embarcación y desde orilla, la
mentalidad ha cambiado y la verdad es que es un placer poder pescar los lagos
patagónicos con la esperanza de poder capturar la trucha “de toda una vida”.
Un
compañero del grupo Abel Fernández, pescando desde “pato” logró poner en sus
rodillas después de casi una hora de pelea con una caña #6 (G-Loomis) y un
terminal del 0,20 Ø a una trucha fario que calculamos unos 8 Kgr. de peso y
cuando otro compañero del grupo, Jose Luis Augusto, se preparaba para hacerle una
fotografía, al quitarle el strimer, la trucha dio un salto y nos quedamos todos
con cara de gilipo… el más afectado Abel que ante nuestros esfuerzos por
consolarle y animarle diciendo que la trucha era tremenda y que tenía testigos
de la captura, no dejaba de decir: “si, pero no hay constancia gráfica, no la
hay”
El tema de la pesca en lagos tiene mucho
recorrido así que lo dejaremos para otro día.
Después de
unos días de intensa lluvia, con la consiguiente subida del caudal de los ríos
y de enturbiarse el agua, el guía de pesca nos dice que nos va llevar a pescar
a un sitio donde la lluvia no ha enturbiado el agua y podríamos pescar sin
problemas, nos pusimos los waders, preparamos las cañas, los carretes e
indagamos por las moscas a emplear, la respuesta del guía fue que valían todas
las moscas, pero que las mejores eran, las que al caer hicieran ruido y llamaran la atención
de las truchas, otra cosa importante que nos dijo es que el lider nunca podía
ser inferior a un 0,20 Ø de diámetro y que acabaríamos pescando con terminales
del 0,22 Ø y del 0,25 Ø.
Nos quedamos
mirando los unos a los otros con cara de: “que nos está contando”, “bajos del
0,25 Ø” y… dispusimos la marcha para conocer un nuevo escenario de pesca.
Al llegar y
ver por primera vez donde íbamos a pescar, nos quedamos blancos, sin saber a
que atenernos y solamente acertamos a decir: “¿dónde vamos a pescar?... ¿aquí?... ¿en esta cuneta?...
La respuesta
fue, si, ahí vais a pescar y la mayor dificultad la vais a encontrar a la hora
de sacar la trucha pues hay que hacerlo rápidamente, sin dejar que la trucha
coja agua. Al sentir el pinchazo la trucha se dirigirá de inmediato al fondo
enredándose con las hierbas y palos que tiene a su alrededor. El resultado será
la pérdida de la trucha y de la mosca. Por eso hay que utilizar bajos cortos y
gruesos
La
estructura de este tipo de escenarios es el de una “cuneta” o canal de agua, profundo y casi siempre con
fondo de lodo, dónde no se puede entrar porque cubre y quedarías semienterrado,
con refugios o apostaderos laterales para las truchas.
Empezamos a pescar con recelo y sin
confianza, murmurando entre dientes, ¿que coño hacemos aquí?, mejor nos vamos y
nos dedicamos a otra cosa, mira que venir desde tan lejos para esto… etc… el
desanimo comenzaba a anidar en nuestras mentes cuando en la tercera tirada y
después de esperar más tiempo que en las dos anteriores (por indicación de
nuestro guía) una gran fario se tragó la mosca pillándome despistado
(pensamientos negativos), no dándome opción a levantarla, se fue al fondo donde
se enredó con las hierbas quedándose con
la mosca de recuerdo y a mi con cara de incrédulo, diciéndome de todo menos
guapo: “gilipo…”, “serás tonto, cuando se pesca hay que estar atento, hay que
estar alerta… en la próxima, te espero.
En la siguiente, el turno era para mi
compañero de pesca y ya alertado de cómo se las gastaban las truchas por esos
lares, estuvo mucho más atento que yo y consiguió poner a tierra a un bello
ejemplar que una vez fotografiado fue devuelto a su medio natural.
Al ver el porte de la trucha no podía
creer lo que estaba viendo, que en esos sitios pudiera haber truchas de ese
tamaño me parecía algo increíble y no lo podía entender, así que rápidamente
cambié mi terminal del 0,20 Ø por otro del 0,22 Ø y al final del día acabamos
pescando con terminales del 0,25 Ø y unas cuantas moscas menos en nuestras
cajas.
A continuación os dejo unas cuantas fotos
de las “cunetas”.
Ahora os muestro fotos de las truchas de “cuneta”
Para
finalizar y a la vista de las cuatro últimas fotografías se me ocurre pensar
que este tipo de pesca en “cunetas” es toda una “experiencia religiosa” y no
solamente porque en momentos determinados uno se tenga que arrodillar para
pescar y hacerlo en silencio, también hay que tener fe (primera de las tres
virtudes teologales), para lanzar por primera vez nuestras moscas en las “cunetas”.
Texto: Arcadio Martínez Llano
Fotografías:
Jose Luis Augusto López
Abel
Fernández García
Arcadio
Martínez Llano
Se os ve mucho más jóvenes ;) ;) ;)
ResponderEliminarEspero muuuuchas más entradas de años de viajes australes.
ResponderEliminarSaludos!!
En ese caso ire de viejo,mejor dicho;mas viejo!jajaja.saludos.
ResponderEliminarMuy buen artículo Arcadio, espero que no sea el último de vuestras aventuras chilenas
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