De vuelta por Sardonedo

Tras dos años de mala suerte en el sorteo, esta vez pude volver a unos de mis acotados preferidos del río Órbigo, el mítico Sardonedo. Habrá quién piense que ya no tiene la trucha de antaño ni alcanzan el tamaño que le dio fama pero desde mi punto de vista Sardonedo merece la pena visitarlo.
A las siete y media de la mañana quedé con mi compañero Dani en el balsón de Santa Marina, la idea era madrugar ante la posibilidad de pillar a las truchas comiendo la mosca de la piedra que ya ha echo acto de presencia en nuestros ríos.
No se cumplieron nuestras expectativas pero aún así ante el caudal tan óptimo que presentaba el río decidimos pescar a ninfa. A partir de las diez y media de la mañana las truchas comenzaron a aposturarse en las corrientes en busca de alimento y no tardaron en producirse las primeras picadas.

La jornada continuó con picadas sucesivas a nuestras ninfas, la mayoría de pequeño tamaño aunque de vez en cuando salía alguna entre los 20-30 centímetros, sin embargo durante el dí no fuimos capaces a ver cebas suficientes para considerar montar una seca en nuestro bajo. 

Tras una breve comida la pesca se fue desarrollando de igual forma que en la mañana, muchas picadas y mucha trucha pequeña, y sin rastro de truchas de buen porte.

A las siete de la tarde decidimos hacer un pequeño descanso para reponer fuerzas y preparar el equipo para pescar a mosca seca con la esperanza de que las truchas comieran en superficie a última hora de la tarde.
Nada más entrar al río unos nubarrones no auguraban nada bueno, sin embargo, solo cayeron unas escasas gotas y nos terminaron dejando la bonita estampa del arco iris.

A las ocho comenzaron a producirse las primeras cebas, si bien escasas, aunque intuíamos que podían ser de truchas de buen tamaño. Una de ellas comía repetidamente hasta que mi compañero Dani consiguió engañarla  con una de sus moscas comodín. He de decir que Dani es uno de los pescadores que conozco que mejor se desenvuelve pescando en superficie, basado en años de experiencia pescando casi exclusivamente a mosca seca, no conozco persona que consiga rentabilizar tan bien los "serenos".

Nada más clavar la trucha nos dimos cuenta de su tamaño y nos deparó una bonita pelea, resistiéndose varias veces a entrar en la sacadera; pero tras unos minutos al fin pudimos disfrutar de la belleza de este ejemplar.

Tras la captura las truchas pausaron su actividad hasta que la oscuridad comenzó a hacer acto de presencia y como ya he dicho, nadie se desenvuelve mejor en los serenos que Dani y cuando me pegó una voz para que bajara hasta su altura enseguida supe que había conseguido clavar otra buena y muy brava trucha.

Efectivamente puede comprobar nada más llegar a mi compañero, que la trucha que tiraba de la línea era incluso mayor que la anterior y si la primera nos ofreció una pelea muy digna esta última dejó el listón muy alto y fueron 15 minutos de sufrimiento hasta que Dani consiguió ensalabrar esta preciosidad.

Después de esta última trucha y tras la felicitación de rigor llego el momento de poner fin a la jornada esperando el año próximo poder volver a mojar nuestras moscas en Sardonedo.